martes, 25 de noviembre de 2014

ALTO A LA REPRESIÓN




Ya es conocido en todo el mundo, la situación de violencia y represión que existe en México, la desaparición de 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, es un hecho que se suma a los más de 25 mil desaparecidos y 100 mil asesinatos violentos que se han producido en nuestro País en los últimos años.

Debido a esta situación miles de mexicanos han salido a las calles a manifestarse contra este clima de violencia en que vive el pueblo.

Sin embargo a pesar de las movilizaciones pacíficas en su mayoría, el gobierno mexicano no ha tomado medidas ni ha dado respuestas creíbles para parar esta crisis y presentar con vida a los estudiantes desaparecidos, y por el contrario ha respondido con represión a los reclamos de la población, tan solo en la manifestación del pasado 20 de noviembre que congrego a miles en el Zócalo de la Ciudad de México fueron golpeados ciudadanos de todas las edades y apresados estudiantes, que ahora están recluidos en cárceles de “máxima seguridad”, acusados de delitos que no cometieron.

El MOMPADE exige; la aparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, la libertad de los presos políticos y el alto a la represión y a la violencia. 
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“Escudos, toletes y patadas nos sacaron de la marcha”.

“Pinches putas, ¿pero querían venir?”

Así nos dijeron los granaderos mientras me golpeaban junto con mi hermana Tania, y mis primas Berenice y Melisa; sus toletes, escudos y patadas nos acabaron sacando por la calle Madero que se había convertido en un oscuro embudo donde fluyeron ríos de despavoridos.

Un minuto antes vimos aparecerse a los granaderos en el Zócalo, venían de Palacio Nacional como una barredora humana que se constituyó como tal en cuestión de segundos. A su paso violento y rápido esta policía arrollaba a quienes se les pusieran enfrente, las personas se tropezabantras su persecución y apenas lograban pararse para salir corriendo en pánico. Los policías agarraban parejo, ahí estábamos los que habíamos marchado pacíficamente, niños, jóvenes, mujeres, todos. Todavía éramos miles. Saqué mi teléfono y comencé a grabar lo que pude.

Eran las nueve y media de la noche. En la estampida, mi hermana, mis primas y yo, nos quedamosatrapadas contra la cortina de la joyería que está en la esquina de Madero y Plaza de la Constitución. Ya no teníamos cómo replegarnos, estábamos quietas, no les confrontamos ysólo les gritamos: “no estamos haciendo nada”. Pero les valió sombrero, al llegar frente a nosotras nos pegaron con saña, especialmente el granadero de la orilla izquierda de la barrera quien usaba su tolete en vez de su escudo para pegarnos en la cabeza. Nos reconocieron como mujeres, fue entonces cuando lanzaron su declaratoria sexista:

“Pinches  putas, ¿pero querían venir?”

Viesta mañana las fotografías que presentan con cinismo a los granaderos como heroicos funcionarios defendiendo a la patria. Yo, lo que viví, fue un ataque de este cuerpo contra los manifestantes. Los policías no estaban protegiendo, no estaban conteniendo; salieron de lado de Palacio Nacional en un operativo perfectamente planeado para desalojar a como diera lugar, salieron a reprimirnos. Lo que vi no fue un acto espontáneo de la policía, fue una orden ejecutada. Con eficiencia de relojero y tras la explosión de un fuego artificial rojo, los policías desalojaron el Zócalo entero en sólo dos minutos. Me preocupa que la agresión por parte de la policía se busque disfrazar como contención de la violencia cuando su actuación era la violencia misma, por eso escribo. La escena no fue un incidente, fue un plan, de ahí la responsabilidad del Estado. Había granaderos federales y locales. ¿Quién dio la orden? ¿Quién va a rendir cuentas de este operativo?

Qué rabia me da mi gobierno, antes de Ayotzinapa, por Ayotzinapa, después de Ayotzinapa. Qué rabia me dieron mis policías ayer que no sólo no me protegieron sino que me agarraron a golpes. Después de trece años de estudiar temas de seguridad pública y justicia penal es una tristeza constatar de nuevo que nuestra policía de elite no logra proteger a los ciudadanos de los delincuentes, que no logra organizarse contra el crimen organizado. Nuestro Estado es inútil para cuidarnos y bueno para desaparecernos. Ayer, este Estado perverso logró un objetivo táctico: llenarnos de miedo. La próxima marchalogrará convocar sólo a los más valientes. Aún así, espero ver entonces a muchos de los miles que anoche me conmovieron.

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Layda Negrete es la realizadora del documental Presunto Culpable y es investigadora asociada de México Evalúa.

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